viernes, 15 de febrero de 2013

La semana de la Iniciativa Popular


Sin duda esta ha sido la semana de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca, pensaba hablar del culebrón de nuestra localidad y el informe de la sindicatura de cuentas, pero a veces hay que felicitarse por noticias y sin caer en el triunfalismo, esta semana nos ha traído una gran victoria popular.
Victoria popular que nace en la calle en la movilización de los vecinos, de la gente que le echa corazón y sentido común ante una situación que clama al cielo. Todos vemos como se está rescatando al sector financiero para evitar el colapso. Pero desde nuestras instituciones nadie rescata a las personas para evitar el drama social. Gente sin casa y casas sin gente, una frase que resume el sin sentido que ha dejado tras de sí la burbuja inmobiliaria. Y en medio de todo este caos, donde prima el sálvese quien pueda, nace la PAH hace ya cuatro años.



Nace para ayudar a personas y denunciar lo que todos hemos visto: el abuso de la banca y la locura de la burbuja inmobiliaria, pero no para centrarse en números o cifras, sino para demostrar que detrás de esos datos fríos hay historias, hay rostros, hay personas. Nace así la política en sentido estricto, entendiendo esta forma de hacer política de forma radical, centrándose en ayudar a los ciudadanos, a la sociedad en la que uno vive.
La política entendida en sentido radical del término, nada o poco tiene que ver con lo que estamos acostumbrados a ver, esta semana hemos tenido un ejemplo de ello: la presión de la PAH y su gran labor en torno a la ILP (Iniciativa Legislativa Popular). Estamos acostumbrados a dos tipos de hacer política.

Por un lado, algunos piensan que hacer política es simplemente proclamar unos principios, agitar banderas rojas. Llamaremos a estos los solitarios profetas de la pureza revolucionaria, para los cuales los movimientos sociales son tímidos reformistas. "El 15M no sirve porque no es verdaderamente anticapitalista", "¿Qué es eso del 99%? De lo que hay que hablar es de la clase obrera", "basta ya de manitas levantadas lo que hay que hacer es quemar barricadas".

Todo esto está muy bien pero la política, como todo, se mide por sus resultados.

Por otro lado, hay otros que piensan que hacer política es dedicarse en cuerpo y alma a la vida interna de su partido: Congresos, Asambleas, Reuniones, llamadas de teléfono, conspiraciones y “gin-tonics” hasta altas horas de la madrugada. A estos segundos los llamaremos los profetas de los pasillos, que consideran que la revolución comenzará cuando consigan controlar los censos de su pequeña circunscripción electoral.

Pero la política, como todo, se mide por sus resultados.

¿Sabéis lo que es hacer una política radical?

Crear contradicciones en el enemigo. Y eso es precisamente lo que ha conseguido la Plataforma de Afectados por la Hipoteca, sin grandes proclamas revolucionarias, dedicándose humildemente a militar en lugar de preparar Congresos y negociar listas. Han conseguido que los grandes partidos de este país les tengan miedo. Han conseguido que Soraya, la dama de hierro de la derecha española, llore lágrimas de cocodrilo. Han conseguido que todos los diputados del Congreso asuman que su Iniciativa Legislativa Popular se va a tener que discutir. Y sobre todo han conseguido que una mayoría de los ciudadanos de este país estén de acuerdo con ellos, cuando llaman "criminales" a las entidades financieras.

Esto es hacer una política radical, los que hemos pecado de profetas de la revolución o de los pasillos deberíamos tomar nota.



Y aunque se ha logrado una victoria social, sí hay algo que no cambiará desde esta semana que termina. Y es que hablar de la vivienda entendida como un negocio ha tocado a su fin. Creo que a partir de ahora la totalidad de la sociedad entiende la vivienda como un derecho fundamental. Desterrar ese mito tártrico de “alquilar es tirar el dinero” o “la vivienda nunca baja” son argumentaciones que no solo se han demostrado falsas, sino que parecen ridículas cuando lo que la sociedad defiende es el derecho a un techo para toda la sociedad. Ese refugio personal y familiar que cualquier sociedad mínimamente decente debe garantizar para considerarse como tal sociedad.

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